El miedo al ser un fenómeno natural tiene tanto consecuencias negativas como positivas.
Las que son beneficiosas funcionan como un sistema de alarma que nos avisa de como tenemos que reaccionar ante diferentes situaciones de peligro.
Sin embargo, también existen numerosas consecuencias negativas, estas aparecen cuando el miedo tiene unas bases infundadas y esto nos puede perjudicar impidiéndonos realizar ciertas tareas.
Este es el caso por ejemplo del miedo al fracaso.
Aquellas personas que padecen este miedo suelen tener problemas en su vida laboral, familiar, sentimental... porque les paraliza de tal manera que no les permite actuar en determinadas situaciones en las que pueden no obtener el resultado que se espera de ellos.
Estas personas prefieren no hacer nada antes que fracasar en su propósito, pues piensan que un error los convertirá en personas inútiles y de poco valor.
El miedo al fracaso también provoca síntomas fisiológicos, tales como sudoración, ansiedad, taquicardia, temblores, perdida de la voz, falta de salivación...
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